Los propios dioses

Publicado: 27 septiembre, 2010 en Artiposts

Excelso… Genial… Como despedida del amor de verano… Triste pero con sabor a gloria!

Y el segundo capítulo… beso de novia que le dicen, jamás de esposa!

Asimov, siempre, Asimov… no escribirás como Gabo o Sabato, Cortázar o Pamuk, pero tienes ese fondo tan increíblemente profundo que haces de los fractales de tu literatura una oda al alma de las personas que se aburren de la dicotomía del ser.

Los propios dioses narra, como no podría ser de otra manera, una historia de egos. Los celos matan, larará larará… Yo te mato porque tu cantas mejor, yo destruyo el universo porque tú eres mejor físico que yo, larará larará. ¿Malo el argumento? Para nada ¿que no es original? Quién dice, ¿que está mal escrito? Están en otra… Pero, ¿cómo decirlo sin que ofenda al maestro? Sí. Todas las anteriores, el libro es fatal.

Uno leía porque bueno, las referencias científicas son interesantes, sobre todo si no las escribe un literato, sino un real físico, con el perdón de Sabato, que se esfuerza el pobre en decir sus citas científicas y nucleares, pero resbala mal, rochasamente y de poto (no me culpen, está de moda la palabrita). La historia se sitúa en un periodo entre la saga de los robots y la saga de la Fundación. La gente ha colonizado la Luna, siempre con mayúscula y no por ser nombre propio sino por todo lo que significa y significará para la raza humana. Muchos físicos viven allí. Se desarrollan experimentos de lo más extraños a nivel nuclear (ninguna referencia a mis amigos del CERN, lo siento Daniel) y entre ellos la transmutación de los elementos está en boga, pasar de uranio a titanio, de cobre a oro, ya saben, lo que hace más de 1,500 años algunos llamaban alq…. (no! aún está prohibida esa palabra!) y que desapareció por la culpa de una señorona muy cruel y de ultraizquierdaderecha llamada Inquisición (nadie recuerda esa palabra en el 2,349).

La historia de odios, pasiones, psicología y física, hasta ese momento, era aburrida… Sin embargo, lo que ocurre, y el porqué escribo este post y no simplemente coloco esta publicación en mi lista de libros leídos, es lo que pasó cuando un simple experimento pesó menos… ¿Ah? Cuando uno hace una transmutación se realiza un balance de masas y por el principio básico de Lavoisier, la materia no se crea ni se destruye… ya saben el floro, si intento transmutar uranio 96 a plutonio 86 más otras cosas, lo que entra debería pesar lo mismo que lo que sale (Química 1, dahh). Sólo se transfirieren electrones de un elemento al otro. ¿Sí? Fácil. ¿Pero qué pasa si en este experimento los elementos resultantes pesan menos que los iniciales? Hay varias explicaciones, se pierde como gas, se vuelve óxido, se fusiona con algún elemento del contenedor, etc. Pero si uno, descarta una y otra vez que ninguna de las alternativas físicas es posible, y las reacciones siguen perdiendo masa. ¿A dónde fuck se va esa materia?… Y acá, señores, empieza lo bueno… La insospechada materia se va a otro universo o_O.

¿Juaaat? ¿Ya quemaste tío? En serio qué te has metido… Naa, en serio así dice el libro… Ta mare que fumón ese won. Pero iniciemos, al final del capítulo I, se plantea que la única explicación posible de la desaparición de materia en los experimentos nucleares es que haya ido a otro universo. ¡Oh mai, ya me perdí! Que a través de algún canal desconocido la materia de nuestro querido universo, con nuestras leyes físicas desapareció y apareció en alguna dimensión alterna. ¡Oe eso ya lo he visto en el hombre araña! Ya ya… La historia mejora de a poquitos al final del capítulo I. Pero lo que nadie jamás olvidará es aquél capítulo II que hizo que alguien que escribe y cuenta historias tan malas en forma (jamás en fondo) se merezca el Premio Príncipe de Asturias por su contribución a la humanidad y erice la emoción, el alma y los vellos nasales a todos aquellos que apreciamos la creatividad, el arte, la física, la mitología, el amor, la innovación, pero sobre todo la mezcla perfecta de todo lo anterior.

El capítulo II es de otro universo. Literalmente. Mientras todas las sagas de Asimov giran en torno a 4 dimensiones: Las archiconocidas (x,y,z,t), o sea las 3 dimensiones de longitud más el tiempo. En el capítulo II se salta todas las cuerdas de la teoría y llega directamente a la sétima dimensión. ¡¡Qué Big Bang ni nada!!, qué Stephen, qué Sheldon, ja! El capítulo II es excelso por todas las maquinaciones físicas que Isaac toma para llegar allí, pero es inolvidable por el arte de la pluma y la archimega imaginación de cómo lo describe. Imagínense almas en su estado más puro de energía. Tres seres asexuales con inocencias, ánimos de descubrimiento, razones. Seres en los cuales el tiempo ¿es? Seres que son completamente individuales, que habitan en el mismo espacio en el que viven sus cuerpos físicos, pero que se pueden comunicar con ellos. Alma y cuerpo hablando antes de la fusión.

image Alma y cuerpo. Espíritus repletos de energía que hacen el amor en un acto increíble de coordinación y placer. Que cuando se juntan para iluminarse en el nirvana infinito del amor, se convierten en uno solo. Que el recuerdo racional de ese momento no existe, y lo único que conservan es la sensación de placer extremo al fundirse uno dentro del otro, al resbalar su esencia en los 2 seres amados al mismo tiempo, porque son tres los involucrados en este contexto donde la estúpida dualidad bueno-malo por fin desaparece. En fecundar a los siguientes tres. Al morir en el acto extremo de tener tres conciencias en una, y ascender al plano físico donde se cambia los hermosos campos magnéticos por putrefactos cuerpos materiales. En pensar y vivir más allá de la imaginación de cualquier mortal. En decidir su destino y su futuro a través de la intuición y no de la razón. Al ser los que dirigen desde el otro lado nuestros destinos, al ser aquellos seres que entienden más del x,y,z,t y nos vigilan como realmente lo harían los dioses griegos o fenicios que siempre imaginamos que vendrían de otro planeta, cuando en realidad están a un agujero negro de distancia, o una trasmutación hiperbólica en la curva espacio-tiempo. Cuando en realidad, están en este momento pasando sobre nosotros en algún plano superior de esto que no podemos ver, pero que en algún nivel podemos sentir…

La historia termina con un capítulo ahí maso… donde la conexión entre los universos se da de una manera un tanto rebuscada, pero se agradece. Los humanos se salvan y por fin logran obtener la tecnología para viajar en nuestro universo, sacándole la vuelta a Einstein o Hawking, sin las limitaciones de la luz y su insignificante velocidad. Los dioses se salvan y avanzan unos cuantos millones de años más… El universo y la línea de nuestro tiempo sigue en todas sus direcciones y la curva aún es desconocida para nosotros simples cucarachitas jugando a la evolución genética…

Franco

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comentarios
  1. Franco dice:

    Jaja… el primer comentario en mi nuevo blog!!! Extraño mis libros!!!

  2. Iván dice:

    Curioso análisis tu análisis pero interesante, solo falto profundizar un poco en el capítulo III al cual el final me dejo un poco decepcionado

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